XXXIII DOMINGO ORDINARIO

noviembre 17, 2024

VII Jornada Mundial de los Pobres ‘La oración del pobre sube hasta Dios’ (Eclo 21, 5)

Lecturas: Dn 12, 1-3; Sal 15; Heb 10, 11-14.18; Mc 13, 24-32.

1. La literatura apocalíptica en Daniel y el Evangelio

Los textos de la primera lectura (profeta Daniel) y el Evangelio de hoy pertenecen a lo que se denomina literatura apocalíptica. Esta narra eventos relacionados con el fin del mundo o la revelación última, cuando Dios establecerá su reino eterno y su triunfo definitivo sobre el mal.

El relato de Daniel (Antiguo Testamento) se sitúa en un contexto histórico en el cual los judíos han sido deportados a Babilonia y sufren una intensa persecución religiosa por parte de los paganos. El autor busca animar a los hebreos desalentados asegurándoles el triunfo de Israel sobre las naciones, guiado por el arcángel Miguel, culminando con la salvación de todos los inscritos en el libro de la vida y la resurrección de los muertos: unos a la vida eterna y otros a la condenación perpetua. Mientras tanto, los sabios (aquellos fieles a la verdad) brillarán como el firmamento y los justos como las estrellas.

2. Daniel y su eco en el Nuevo Testamento

La profecía de Daniel es considerada por los cristianos como un anuncio de lo que sucederá al final de la historia, después de la venida de Jesús. Tanto los anuncios hechos por Jesús sobre el fin del mundo y el juicio final, como el contenido del libro del Apocalipsis, coinciden con el libro de Daniel y otros textos apocalípticos del Antiguo Testamento en elementos fundamentales: catástrofes naturales, cataclismos cósmicos, grandes tribulaciones, guerras, juicio final, premios y castigos, y la resurrección de los muertos.

Este género de enseñanza bíblica es complejo y no exento de interpretaciones confusas.

3. Interpretación cristiana de los textos apocalípticos

¿Cómo interpretar estos textos para iluminar nuestra vida cristiana?

Lo primero es evitar la fascinación por lo espectacular y misterioso que centra la atención en fenómenos cósmicos o naturales (astros que caen, luna que no brilla, sol que se oscurece) o históricos (como guerras). La atención debe centrarse en los elementos fundamentales de la fe y la esperanza cristianas:

La certeza de la salvación en Cristo, sumo y eterno sacerdote (segunda lectura), quien se sacrifica en la cruz para redimirnos y resucita, abriendo el camino hacia la eternidad y la resurrección.
La seguridad de que el amor de Dios cambia a las personas y vence al mal. Esto hace posible un mundo mejor, más fraterno y solidario.

El Evangelio de hoy nos da la clave: ¿Cuándo sucederán estas cosas que señalarán el fin del mundo y el establecimiento definitivo del Reino de Dios? Jesús responde:
«El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre» (Mc 13, 32).

Entonces, ¿por qué preocuparse o angustiarse? Vive el presente con fe, esperanza y amor. El fin del mundo llegará cuando Dios lo disponga. Estemos siempre preparados: «Maran’atá, ¡Ven Señor Jesús!»

4. Reflexión del Papa Francisco

En su homilía de hoy en la Basílica de San Pedro, con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco invitó a pasar de las sombras de la pobreza y las guerras a la luz del amor y la solidaridad, por la cual seremos juzgados cuando Cristo venga de nuevo.

Dijo el Papa:
«También hoy vemos al sol oscurecerse y a la luna apagarse; vemos el hambre y la carestía que oprimen a muchos. Sin embargo, no podemos desanimarnos, porque justo en el momento en que todo parece derrumbarse, Dios viene, Dios se hace cercano, Dios nos reúne para salvarnos.»

Añadió:
«Jesús enciende la esperanza, y con su resurrección surge desde la oscuridad del sepulcro un mundo nuevo, levantado de los escombros de una historia herida.»

FELIZ DÍA DEL SEÑOR PARA TODOS
Con mi afecto y bendición,

Freddy J. Fuenmayor S.
Obispo de Los Teques

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