La lápida más antigua de Estados Unidos, descubierta en Jamestown, Virginia, ha sido el centro de un misterio que ha intrigado a historiadores durante décadas. Finalmente, un estudio reciente ha esclarecido su origen y el intrigante recorrido que la llevó al primer asentamiento inglés permanente en América.
Un hallazgo con siglos de historia
En 1901, arqueólogos encontraron una lápida fragmentada en los terrenos de la iglesia de Jamestown, construida en 1617. Durante mucho tiempo, se desconocía su procedencia exacta y a quién pertenecía, ya que ningún colono inglés en la época tenía conocimientos para tallar piedras funerarias.
Los registros históricos apuntaban a dos posibles propietarios: Sir Thomas West, el primer gobernador residente de la colonia, y Sir George Yeardley, un destacado líder colonial. Sin embargo, nuevas investigaciones confirmaron que la lápida está asociada con Yeardley, fallecido en 1627, cuya tumba quedó cubierta con una piedra de características únicas.
Un viaje transatlántico para la eternidad
La piedra funeraria de Yeardley presenta detalles que no corresponden con los materiales disponibles en la región. Los análisis revelaron que la lápida fue elaborada con piedra caliza negra procedente de Irlanda o Bélgica, países que sostenían relaciones comerciales con los colonos británicos.
Expertos concluyen que los colonos adinerados encargaban lápidas en Europa al estilo tradicional, transportándolas en barco para utilizarlas tras su fallecimiento. Este detalle resalta el poder adquisitivo y las conexiones transatlánticas de figuras como Yeardley, quien ocupó cargos prominentes en la colonia.
Olvido y redescubrimiento
Originalmente, la lápida cubrió la tumba de Sir George Yeardley en el suelo de la iglesia de Jamestown. En la década de 1640, una ampliación de la estructura desplazó la piedra, dejándola en el olvido por más de 250 años. Fue redescubierta y restaurada en 1907, convirtiéndose en un valioso testimonio del pasado colonial.
El nieto adoptivo de Yeardley, Adam Thorowgood II, perpetuó su memoria al solicitar una réplica con la inscripción original en la década de 1680. Esto indica que la lápida ya estaba rota en aquel entonces, un detalle que suma una nueva capa de misterio a su historia.
El legado de una colonia pionera
La lápida de Jamestown no solo cuenta la historia de un caballero colonial, sino también de un asentamiento que marcó el inicio de la presencia británica en América. Este hallazgo simboliza la conexión cultural y comercial entre Europa y el Nuevo Mundo, dejando un legado que aún fascina a investigadores y curiosos.